Mi fin de semana

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El sábado temprano vi conectada en el messenger a Irene, hacía meses que no hablaba con ella aunque la había visto conectada un par de veces, decidí mandarle un mensaje para saludarla. Me contó que ya es mamá, que su bebé se llama Matteo y que nació el 17 de diciembre pasado.

Estoy muy feliz por ella.

Irene con su hijo Matteo

Con la sonrisa dibujada en la cara todavía por el buen momento de la noticia mañanera, exactamente dieciocho minutos después mi expresión dio un giro de 360°. Abrí un mensaje del messenger de un amigo y leí:

GeorGe dice: Just to let you know
GeorGe dice: Carlos Sierra is dead

Y eso me jodió la psicología para siempre. Maldije haber aprendido a leer, maldije a los que desarrollaron el messenger y maldije a 11 cosas, personas e instituciones más.

Se me salieron las lágrimas y me llené de incredulidad, tragué amargo. Me sentí pura mierda. No. Me sentí purisísima mierda.

Por alguna razón, andaba puesta la camiseta que Carlos me había regalado hace poco menos de un año, la que dice «Dell Idol». Después de enviar un par de correos guardando la esperanza de que se tratara de una mala broma, me respondieron casi inmediatamente confirmándome la noticia del deceso. Fue un completo balde de agua fría.

Se me vinieron a la mente imágenes de la pijama party de la oficina, el día de haloween, la vez que jugamos boliche en el pasillo, lo recordé vestido con el khakis, la manga larga de lineas rojas y sus zapatos no sé que estilo.

Me reí de que mi trip era ponerme a joderlo cuando llegaba a la oficina aprovechando de que mi cubículo estaba a la par del suyo y que dada su jerarquía el de él era un poco más privado, con las paredes elevadas pues. Ponía alguna cumbia, una country, una opera o una norteña y me ponía a cantarla desafinando intencionalmente y Carlos salía de su cubículo y se me quedaba viendo riéndose de mis pendejadas que ponían buen humor al laburo de todos y él me decía Latin Amerian Idol! con un gran entusiasmo y que hacía que los demás se rieran todavía más, por eso él me había regalado la camisa que mencioné al principio.

RM. Míster Carlos Sierra!
CS. FaFaMonge DOT Com!

Familia Sierra

Me acordé de la vez que me pagó el Nescafé en la Food Factory, de las fugaces conversaciones que teníamos en el ascensor. Me acordé del otro trip de hablarle inglés con acento mexicano y que su humor de texano lo tomaba muy bien. Me acordé de la foto con su hijo pequeño que adornaba su cube. Me jodió la psicología para siempre.

Al mediodía, el chino Alex me invitó a almorzar alli al Sopón de la Zacamil, le conté lo que había pasado y cómo me sentía. Dos golden nada más. Me vino a dejar a mi casa.

Me disponía a dormir cuando vino Joshua y me dijo que fuéramos a almorzar y fuimos al Comedor Omar allí por Jardines de Altamira, como yo ya había comido, solo dos golden y le conté cómo me sentía y lo que había pasado.

Venimos a traer un trabajo y se lo fuimos a dejar a una cliente. Con lo que nos pagó y con lo que me correspondía a mi, me sirvió para ir al super por lo menos para no tener que preocuparme por comida esta semana.

De regreso en mi casa solo pude dormir un par de horas, los zancudos me desconocieron como amo y señor de estos 35 mt2.

Mi madre me invitó a una barbecue que también habían hecho a última hora. Habían hecho ceviche de pescado y ceviche de camarón, carne asada, chorizos, arroz, chirimol y habían tostado tortillas. Un banquete de lujo donde pude compensar mi precaria nutrición vivida durante la semana. No hay mejor chirimol en el mundo que el que prepara mi mamá ni mejores ceviches que los de mi tía Any.

El karaoke se malogró porque me tropecé en un cable que le jodió la salida de audio a la computadora de mi hermano mayor. Después de la medioputeada que me dio hablamos sobre la vida y sus horas bajas, política y sobre los negocios turísticos de El Salvador.

Como yo andaba realizado por haber podido al fin reparar la iPod de Juan Ramón después de leer manuales de electrónica y lograr conseguir una pieza a un buen precio anduve oyendo música un buen rato. Ocho golden.

Mi hermano René me mostró su más reciente adquisición: un amplificador Marshall bien vergón. Ni le pregunté cuanto le había costado. Al rato sacó su guitarra de concierto e improvisó un recital con las obras de Agustín Barrios Mangoré en la sala de la casa.

Djokovic y Tsonga

Sufrí el partido de la final de tenis en el Australian Open 2008 entre Novak Djokovic (Serbio, 20 años) y Jo-Wilfried Tsonga (Francés, 22 años). Quería que Tsonga ganara pero ni modo, Djokovic fue mejor: 4-6, 6-4, 6-3, 7-6. Tsonga dijo «See you next year».

A las 6:15 am decidí venirme caminando a mi casa y pasé por aquellas calles donde hace dos décadas funcionaba un mercado al que mi abuelita me llevaba a desayunar pupusas, donde me compraba aquellos trompos de palo de rosa que desde entonces «ya no hacían como antes» y donde yo iba a comprar el cordel y yardas de hule porque era el único lugar donde los vendían. Me acordé de mi papá y de cuando me llevaba a tomar poleada en vasitos de durapax en aquella champita que ya no existe, ahora lo ocupan unas construcciones encementadas que conforman una serie de localitos varios. Seguí caminando y dos cuadras más adelante me volví a acordar del hombre que más admiro y hasta me detuve a dibujar mentalmente la banca donde nos sentábamos a tomas shuco, hacía un poco de frío pero me obligué a ambientar el recuerdo con el calor de las brasas y la olla a eso de las 5 de la tarde, pensé en mis pantaloncitos cortos del jardín de niños. Me imaginé hablando sin parar.

Me dormí al nomás venir y me desperté tarde. Alejandra me llamó por teléfono y no recuerdo qué le dije. Me preocupa hablar con alguien al teléfono cuando estoy en estado de semisueño porque soy vulnerable y me pueden sacar las verdades bien chiche. Hablo con la meritita verdad en esos instantes de semiconciencia.

Juan Carlos y Carlos Emilio vinieron a visitarme para hablar de negocios, avanzamos un poco en unos proyectos que tenemos. Cuando se fueron desempaqué un equipo y lo instalé, hice las adecuaciones respectivas y lo probé. Funciona a la perfección. Ya tengo mi propio estudio de audio en mi casa, bueno, en el cuarto pequeño que me sirve de oficina-clóset-biblioteca y ahora también convertido en cabina de audio.

Joshua vino y fuimos a comer pupusas alli a la Santa Margarita, hablamos largo de nuestros business y afinamos detalles para la agenda de esta semana.

Yaquis campeones

Los Yaquis son campeones de la Liga del Pacífico. Cazaron de visita y en el quinto juego a los Venados de Maz
atlán. Ojalá les vaya bien en la Serie del Caribe.

Estoy aquí, compartiéndoles mi vida.

Saludos.

A la memoria de Carlos Sierra, una gran persona en vida.

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