He estado leyendo sobre los temas que titulan este post. En nuestro país, uno de los juristas que más saben sobre el tema es el Dr. Ivo Príamo Alvarenga, mismo con quien sostuve extensas conversaciones al respecto en el pasado.
De hecho, he estado leyendo un libro suyo que amablemente me regaló en aquél entonces, en su despacho en las cercanías de la UCA, es la publicación especial #31 con fecha del año 2000 titulado Temas de Derecho Agrario.
No pretendo exponer un exhaustivo análisis ni mucho menos, simplemente quiero hacer una reflexión histórica que por la coyuntura actual mantiene vigente su espíritu central como un problema estructural de importancia nacional para la seguridad alimentaria de la población.
Definiciones.
Derecho Agrario. Marco legal de las normativas que rigen la actividad agraria dirigida a la producción de alimentos e insumos para otras industrias.
Derecho de la Reforma Agraria. Orden jurídico de todas las leyes que intervienen en la asignación de las tierras en propiedad y la respuesta económica, política y social de los beneficios que consideran justa tal asignación.
Herencia del pasado.
La implementación de modelos económicos centrados en la producción agrícola hizo que la tenencia de tierras potenciara riquezas sí y solo sí sus dimensiones eran lo suficientemente extensas y se contara con mano de obra intensiva para explotarlas. Esa situación favorece la formación de ejércitos para tomarlas de facto por medio de las armas arrebatando las tierras y sometiendo a quienes las ocupaban, para trabajarlas en favor de los nuevos ocupantes so pena de encontrar la muerte.
De esto se aprende que el poder está en los grupos que encuentran un líder que los dirija, la importancia de la tecnología militar para el desarrollo de armas, las estrategias de guerra para ganar contiendas, medicina para los heridos, administradores para la actividad empresarial de las tierras, la implementación de sistemas contables que permitan cálculos precisos, tecnología en los instrumentos de labranza, tácticas para infundir temor en los esclavos, moral para la lealtad de los colaboradores, justicia para las disputas entre pares, entretenimiento para evitar alzamientos o sublevaciones y religión para el consuelo que fugue el conformismo. Todo lo anterior impulsado por la ambición que actúa como motor interno. Así evolucionan las sociedades, a medida crecen necesitan viviendas y luego se vuelven ciudades.
Ese modelo económico basado en la fisiocracia se extendió desde la época de la colonia hasta el siglo XX siguiendo una estructura vertical de exterminio y sometimiento de los europeos – que luego fueron criollos- para con los pobladores locales y sus tierras.
El resultado final en El Salvador fue que las tierras quedaron concentradas en pocas manos como patrimonio familiar.
Es lógico pensar entonces que la masa poblacional crecerá en proporción y en cantidad a una tasa mayor y muy por encima de los que poseen las tierras, por lo tanto sus necesidades crecerán también, al no cumplir esas necesidades se deriva en pobreza y la pobreza, a su vez, en marginalidad. Siempre habrá quienes escapen al sistema imperante de la ignorancia y comprendan que el origen de sus calamidades y precariedades tienen su causa en el sistema que dicta la asignación de las tierras e inicien una mal llamada lucha de clases en la que fundamentalmente existe un problema de solidaridad.
El efecto multiplicador de esta «clase despierta» que transmite el mensaje y la invitación a la base piramidal del estrato social – el más bajo, que son los más deprimidos-, puede llegar a ser masivo, y si se logra tal conexión, el sistema político vigente pierde legitimidad.
Yo creo y defiendo la propiedad privada, pero también creo en el sentido de lo «suficiente» y de lo justo.
[Continuará]