Et lux in tenebris

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Ayer operaron a mi compadre el chino Alex, gracias a Dios todo ha salido bien. Ahora hay que esperar a que responda en el tratamiento y la terapia para que se recupere pronto, confío en que así será. Escribiré sobre su experiencia en otra oportunidad.

Como se lo dije a Gloria ayer por la mañana, también se lo dije a la Niña Bertita al mediodía, le conté a mi papá en la noche y no sé a quienes más. Aquí se los voy a contar a ustedes en esta entrada:

Aunque no soy una persona religiosa, devoto, practicante o feligrés, me considero una persona muy espiritual, creo en el Gran Ser del Orden Universal y me aprecio de ser alguien que se hace preguntas existenciales que ni la filosofía, ni la religión, ni la ciencia, ni nada logran satisfacerme en la medida que, si bien no me llenen por completo, por lo menos me hagan sentirme más cómodo con el diario vivir.

Pero lo que quiero contarles es que desde hace unas dos semanas que ando con la musiquita sacra metida en la cabeza a toda hora, me ando acordando de Juan Pablo II (de quien hago muy buena imitación), del papa Benedicto XVI en su visita a Nueva York este año, ando acordándome de mis pláticas con el Hno. José Antonio y del librito que me regaló cuando comencé a estudiar latín. La música sacra me hace sentirme tan vivo que no se imaginan: me encuentro a mí mismo en todas las dimensiones, es un plano astral a un meganivel de intimidad, una gran pax.

No puedo negar lo majestuoso de la obra eclesial a lo largo de la historia y de cómo la idea de Dios ha logrado influir tanto en la vida de las masas, en el mundo pues. Simplemente soberbio, creo que la gente asistía a los templos motivados por la música, por esas impresionantes catedrales, etc.

El mundo cambió, la Iglesia se estancó con sus tradiciones obsoletas, insistieron en equivocarse con sus ideas, desatendieron al mundo y éste – de a poquito-, tan llano como se oye, comenzó a darle la espalda. Dios El Todopoderoso comenzó a perder terreno contra la ciencia, los mercados y la tecnología. Y entonces cambiaron los problemas: vino el Rock & Roll, los preservativos, los carros rápidos, los videojuegos y las drogas.

Cuando el mundo se volvió más malo de lo que era, la gente volvió a necesitar a Dios pero ya no como la Iglesia (Católica, apostólica y romana) lo venía proponiendo desde siempre. De esa manera las puertas de la interpretación del cristianismo se abrieron para conformar otras congregaciones con estilos personalizados, con ellas vinieron grandes oportunidades de negocios en el mercado de almas e indulgencia divina. De eso hablaré otro día, este post es sobre la música sacra. Es una gran onda.

Me imagino a los monjes viviendo entregados a sus creencias, tratando de ser buenos. Me pongo a pensar en la disciplina del régimen que exije ese conocimiento espiritual y académico. Me apasiona en verdad. Cuando pienso en ellos visualizo los claustros de los monasterios, la paz que provee el distanciamiento.

Quizás esas mis ideas muy particulares que tengo sobre la reclusión (voluntario en el caso de los monjes) hicieron que mis personajes favoritos de libros sean aquellos que han estado en el presidio (siguiendo el criterio de justicia). Es una observación interesante.

Aquí les dejo una muy buena muestra de esa música. También pueden visitar este blog.

Saludos.

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