Así habló Zaratustra
Friedrich Nietzsche
He leído este libro dos veces y no dejan de sorprenderme algunas ideas de Nietzsche por su crudeza, es todo lo que les puedo decir sobre sus análisis o pseudo-análisis referentes a las interacciones sociales y lo protagónico de la individualidad como supremacía del ser.
Aun cuando lo consulto algunas veces para que no se me olviden ciertas cosas (para recordarlas) digo «puta, qué fumadas las que pegaba este tipo».
He aquí algunas de mis notas al margen:
No sólo miente el que habla en contra de lo que sabe, sino, sobre todo, el que lo hace en contra de lo que no conoce.
Tengo dentro de mi un lago solitario que se nutre a sí mismo, pero el río de mi amor se lo lleva al mar.
Dios es una conjetura.
Y en cuanto a los mendigos, lo mejor sería suprimirlos radicalmente, pues tanto molesta darles como no hacerlo.
Te perdono el daño que me has hecho, pero, ¿cómo te voy a poder perdonar el daño que te has hecho a ti mismo?.
Me dan pena esos sacerdotes; pero a la vez me repugnan; claro que desde que vivo entre los hombres eso es para mi lo de menos. He compartido y comparto su sufrimiento. Los considero unos cautivos y unos réprobos. Ese al que llaman su Redentor les ha cargado de cadenas. Les ha encadenado con valores falsos y con hueca palabrería. ¡Ojalá les redima alguien de su redentor!.
Si, hay en mi algo invulnerable, algo que no se puede sepultar, algo que logra que las rocas salten: mi voluntad, que a través de los siglos avanza silenciosa e inmune.
De este modo, para realizar el mayor bien hay que cometer el mayor mal: en eso consiste la bondad creadora.
Quien no tiene fe en sí mismo, siempre miente.
Estoy harto de los poetas, de los antiguos y de los modernos; todos me parecen superficiales, unos mares con poca profundidad.
Y es que hay hombres a quienes les falta todo, a excepción de algo que tienen en exceso: hombres que no son más que un ojo enorme, un hocico gigantesco o una barriga descomunal: lisiados al revés, les llamaría yo.
«Castigo»: ése es el nombre que se da a sí misma la venganza: con éste término engañoso la muy hipócrita finge tener una buena conciencia.
El rocío cae sobre la hierba en la hora más silenciosa de la noche…
Al no hablarme me revelas tu sabiduría.
Consideran que virtud es todo lo que amansa y domestica; así han conseguido convertir al lobo en perro, e incluso al hombre como el mejor animal doméstico del hombre.
Soy, efectivamente, Zaratustra, el ateo; y pido que el que sea más ateo que yo me permita gozar de sus enseñanzas.
Y si alguna vez mentí, lo hice por amor.
Su fondo es tan profundo que ni siquiera las aguas más claras lo dejan ver.
Todos los demás, en cambio, son unos cobardes. Y el resto son precisamente la mayoría, los de todos los días, los que están de más, los superfluos: toda una legión de cobardes.
Y hasta me hice daño de tanto contenerme.
En la oscuridad el tiempo resulta más pesado que a plena luz.
¡Todo es vanidad!
Los hombres buenos no dicen nunca la verdad; ser bueno así es una enfermedad del espíritu.
¡Cuánta sabiduría hay, hermanos míos, en el hecho de que en el mundo abunde la inmundicia!
Hubo una vez alguien, hermanos míos, que observó el corazón de los buenos y justos, y dijo: «Son fariseos».
¡Sal de esa cueva, que el mundo te aguarda como un jardín!
No he encontrado una mujer de la que haya querido tener hijos.
Esas cosas se piensan, pero no se dicen.
Más vale no saber nada que saber muchas cosas a medias; más vale incluso ser un necio a la manera de uno mismo que un sabio en opinión de la gente.
La mejor felicidad pertenece a la categoría de lo poco, de lo más pequeño, de lo silencioso, de lo más liviano: el rozar de una lagartija entre la hierba, un crujido, un soplo, una mirada.
Así hablaba Zaratustra, Ecce Homo y Aurora son los mejores libros de Nietzsche (obvio que es una pareciación totalmente personal y egoísta).
Es una lástima la forma en la que el señor terminó.
Saludos maestro