Hace como dos años mandé a hacer un sello de hule con el objetivo de catalogar mi pequeña biblioteca y así cada vez que preste alguno, tener la esperanza de que me lo devuelvan.
Tengo casi doscientos libros que he comprado desde que comencé a trabajar, no los he leído todos, otros ya los había leído incluso antes de comprarlos y hay unos cuantos que a pesar de que ya llevan un par de años en mis repisas siguen sellados y ahora que los veo me entra una extraña sensación de nostalgia y melancolía porque no sé en qué momento de mi vida ocurrió algo que me alejó de la lectura y por lo tanto mis libros se volvieron solamente una posesión sin mayor significado más que la de simples elementos ornamentales que acumulan polvo.
Quizás así es como en la vida pasa con las cosas que se vuelven recuerdos de épocas mejores, más libres y menos tediosas. Un día de estos revisé algunos libros y me divertí leyendo mis anotaciones en los márgenes, así es como un hombre solo se divierte con sus memorias, con el tiempo y con el «otro yo».
Sigo creyendo que son un patrimonio. Mi sello dice: Biblioteca Personal * Rafael Monge * Colección Privada.